Friday, March 12, 2010

Del espacio.

[...] Iban disminuyendo en él los efectos de una pesadilla originada hace tiempo en la mente moderna por la mitología que siguió al despertar de la ciencia. Había leído acerca del "espacio" y en el fondo de su pensamiento había acechado durante años la lúgubre imagen del vacío negro, frío, la horrible extensión muerta que según se suponía separaba los mundos. No había advertido cuánto le había afectado hasta ahora, ahora que la misma palabra "espacio" parecía una calumnia blasfema para este océano celestial de fulgor en el que navegaban. No podía llamarlo "muerto"; sentía que la vida se derramaba desde él hacia su cuerpo en todo momento. ¿Y cómo podía ser de otro modo, si de aquel océano habían surgido todos los mundos y su vida? Lo había imaginado estéril, pero ahora sabía que era la matriz de los mundos, cuya descendencia llameante e incontable miraba hacia abajo todas las noches, incluso sobre la Tierra, con tantos ojos... ¡y aquí, con cuántos más! No, espacio era una palabra equivocada. Los antiguos pensadores habían sido más sensatos al llamarlo "los cielos", los cielos que proclamaban la gloria, los
climas felices que se tienden
donde el día nunca cierra el ojo
en los vastos campos celestiales.
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