Saturday, October 25, 2014

La ciudad y los perros - Mario Vargas Llosa


SINOPSIS


PRIMERA PARTE

I

Los cadetes apuestan con dados para elegir quién robará los exámenes; es el serrano Cava quien recibe la encomienda, ejecutándola rompe un vidrio y regresa al baño donde lo esperan los demás con el reproche por parte del Jaguar.

Ricardito viaja a Lima por primera vez con su madre para un reencuentro de ellos con el padre.
Es la ronda de Alberto que tiene diálogo interior, cuando se encuentra con el Esclavo lo ayuda a recuperar su sacón robándolo, termina el turno y despierta a Vallano después de robarle un cordón que le faltaba.
Se describe el barrio de la calle Diego Ferré, de la mudanza de Alberto, las ventajas y desventajas, y de cómo conoce a Pluto y Tico por medio del fulbito.
Cava, Boa y Rulos detrás del galpón conspiran para tirarse y después comerse una gallina, el sorteo con fósforos le toca a Cava; después del acto de la gallina conspiran para tirarse a un enano, un gordito, el grito de auxilio alerta a los otros enanos, hay riña.

II

Del soldado que despierta las diferentes secciones del Colegio Militar Leoncio Prado con la corneta.
El teniente Gamboa y sus suboficiales revisan la formación de los brigadieres, los pone a elegir entre 6 puntos o ángulo recto, todos eligen ángulo recto y es el suboficial Pezoa el encargado de administrar los puntapiés en los traseros.
Desayunan en el comedor y después a formar al descampado; Alberto negocia con Vallano la soplada del exámen de química.
Se desplazan al aula donde presentarán el exámen de química, en la presentación del exámen el teniente Gamboa rememora cómo los cadetes responden a sus órdenes y de cómo el Círculo había nacido con el cambio de la vida civil a la de cadetes.
De los brutales bautizos de los cadetes de 4º a los perros de 3º, indignados, los de 3º conforman el Círculo e inician operaciones y estrategias para defenderse, de la pérdida de la primera salida a la calle, el teniente Gamboa descubre el Círculo, el Círculo continúa en el nuevo grupo del Jaguar.
Al final del exámen por una bolita de papel que le cae a Alberto el Esclavo es consignado sábado y domingo por el teniente Gamboa.

III

Se habla del estudiante del Saenz Peña amigo de Higueras que estudiaba con Tere.
De la trifulca en el cine entre los de 4º y 5º cuando estaban reunidos los 3 años (3º, 4º y 5º) en el salón de actos; al final los de 4º y los demás se preparan para la retaliación.
En la infancia de Alberto se juega fulbito con Pluto y los demás, descienden por el barranco a la playa, van a cine y a misa.
De la competición entre 4º y 5º en escalar la soga estando presentes las barras, e invitados, dignatarios, diplomáticos y oficiales, de la trifulca que se arma, de la posterior formación en la cancha de fútbol.
De la relación de Ricardo Arana (el Esclavo) en su casa con su padre y madre, de cómo evitaba al padre, y de la pelea entre padre y madre y Ricardo; del deseo de estudiar interno debido a las circunstancias/situación.

IV

Alberto en la casa de un piso de la Quinta de Alcanfores visita a su madre; hablan de que el padre ha vuelto a repuntar, y Alberto se dispone a salir para hacer un encargo al compañero consignado.
Teresa habla con su tía gorda, sebosa y sucia mientras ésta prepara la sopa acerca de que el muchacho de la casa de la esquina que estudia en el colegio militar Leoncio Prado, Arana, la ha invitado al cine.
Al Alberto estar a punto de salir llega el padre a hacerle una propuesta de convivencia a la madre.
Teresa se baña en la casa de Rosa.
Alberto se encuentra con Tico y Pluto, abordan el Expreso, hablan de que ahora salen con las muchachas y tienen novia, molestan a una señorita del Expreso, Alberto se despide para bajarse.
Alberto va a la casa de Teresa, lo recibe, la tía lo acepta, ésta habla con Teresa tal vez persuadiéndola de que Alberto es buen partido, les da su aprobación a Teresa y Alberto, van al cine, regresan, y quedan para ir al siguiente día de nuevo.
Alberto después de cine con Teresa regresa a su casa donde lo recibe una melancólica madre llena de reproches, toma el dinero dejado por el padre y se dispone a salir de nuevo.
Vallano habla y recomienda a la Pies Dorados, los demás cadetes hacen caso y pronto muchos hablan de ella, Alberto no la ha conocido aún.
Alberto hace la fila para estar por primera vez con la Pies Dorados.
La plaza y luego el tranvía que va al colegio militar están atestados de cadetes; Vallano, Arróspide y el Jaguar, con presencia del mismo Alberto hablan de que la Pies Dorados había contado que Alberto había acudido a ella y pagado por una paja; ya en la cuadra el Esclavo le cuenta a Alberto que los oficiales están como fieras porque descubrieron el robo del exámen de química, y que los imaginarias de esa noche quedan consignados hasta que se descubra el responsable.

V

El personaje piensa en Tere y se idea la forma de acompañarla a la casa de los parientes donde almorzaba a la salida del colegio.
De cómo los consignados pasan el fin de semana dentro del colegio, del reducto de Paulino, y de la misa y el capellán.
Después del puñete recibido por Ricardo Arana de su padre la madre va a consolarlo y a persuadirlo de que se acostumbre a la situación, de saber llevar al padre, y de que le pida perdón.
El Poeta Alberto y el Esclavo charlan y acuden al reducto de Paulino donde están el Boa y otros a pasar el tiempo.
Alberto y Helena, y Emilio y Ana caminan, las épocas y actitudes infantiles han pasado y ahora atraviesan la pubertad, Alberto busca "cuadrarse" a Helena en el momento propicio.
Alberto y el Esclavo charlan tendidos en dos camas vecinas de la cuadra desierta.

VI

El Esclavo le cuenta al teniente Remigio Huarina que había visto pasar a Cava a las aulas después de romper el vidrio, refiriéndose a la noche del robo del exámen de química; luego al regresar a la cuadra joden y molestan en broma.
Alberto falta a clases por irse a escribir a la glorieta, al regresar lee en el Orden del Día que se ha suspendido la cosigna para los imaginarias castigados, en la cuadra la atmósfera es diferente, se entera de que Cava fue enviado al calabozo, el Esclavo se ha ido; Alberto hace los arreglos para irse de contra inmediatamente, logra llegar donde Teresa, le pregunta por el Esclavo y se le declara.

VII

El personaje pretendiente de Teresa habla de ella, la describe, de su pulcritud, elegancia y limpieza.
Se habla del Jaguar, de que se dió cuenta que se iban a llevar a Cava, y una mención de lo que el Círculo ha pasado.
En la casa de Emilio, este, Pluto, el Bebe y Alberto practican baile enseñándole a bailar a Alberto, ya han aprendido vals y bolero pero falta el mambo que tocarán mucho en la casa de Ana donde será la fiesta mañana; de los advenedizos/incursores de otros barrios, y de la forma de cómo Alberto declararse de nuevo a Helena.
Del profesor francés Fontana y cómo lo molestaban, y del momento en que Huarina aparece y se llevan a Cava en la clase del profesor Fontana.
El niño Ricardo recibe instrucciones de su padre sobre los horarios, se habla de las comidas y de ciertos paseos.

VIII

Al despuntar el alba el teniente Gamboa despierta y se prepara para la campaña de hoy sábado, las primeras horas de esa mañana pasan, la formación, el desayuno, la formación y marcha para la campaña, los oficiales charlan; ya en el campo las instrucciones tácticas que se seguirán por cada compañía del batallón para la campaña, avanza la campaña, y cuando ya va ejecutándose la progresión y los tiros, es el capitán Garrido, el piraña, el que se topa con un cadete herido de bala en la cabeza que resulta ser el Esclavo, a quien inmediatamente se llevan al trote para atenderlo.

SEGUNDA PARTE

I

El Boa habla de la mala noche, de la perra Malpapeada, de la chilladera de la perra, de cómo pudo haber llegado al colegio, y de los apodos.
A Alberto el Poeta que esta apurado para dirigirse a la enfermería a ver al Esclavo dos cadetes que tienen una apuesrta lo interrumpen para hacerle una pregunta, después de librarse, en la enfermería el enfermero no lo deja continuar hasta que Alberto lo persuade de llamar al médico, el médico le dice que no puede ver al Esclavo, que esta inconciente, y que sólo con una orden del coronel lo podría ver.
El pretendiente de Tere cuenta cómo logra verla dos o tres veces semanales escapándose anticipandamente del colegio, y de cómo eran esas caminatas al medidía.
El Boa sigue hablando de la perra Malpapeada, de las pulgas, del ají, de que la perra comenzó a seguirlo, de las noches.
Alberto se cruza con el padre del Esclavo en las escaleras de la enfermería, charlan, van a "La Perlita" por fósforos.
Alberto sale a vacaciones de verano y al llegar a la casa lo espera el padre junto con la madre para mostrarle un folleto que mostraba el colegio militar, cambian impresiones, y el padre le dice que se prepare.
El año, con el uniforme azul, formado, oficiales y suboficiales y demás, y Boa soportando la joda de la perra Malpapeada, esperan que traigan al serrano cholo Cava para su expulsión pública, el coronel habla varias veces.
Alberto, finalizando la tarde, acicalado, sale en busca de Emilio, acuden al parque a encontrarse con las muchachas; pelea y termina con Helena, el Bebe le revela que Helena está enamorada de Richard y que le había mentido a lberto; al llegar a casa lo esperan sus padres en su habitación, el padre se había enterado de las malas calificaciones, lo cantaletean con el orgullo familiar, , y le dicen que se prepare para estudiar e ingresar al internado en el colegio militar.
Después de la extenuante formación de expulsión de Cava, Boa maltrata una pata de la perra y la deja coja, sin embargo la perra no demuestra rencor; del desprecio y desconfianza de Boa hacia los serranos y la razón de esto; de la rapada de Cava, de la pelea entre Cava y Boa al formar el nuevo Círculo, y de la posterior pelea con los cadetes de 5º que aparecen, al final Cava y Boa quedan de amigos.
Alberto y el padre del Esclavo beben las colas al frente de Paulino en "La Perlita" sin mucha charla, Paulino cierra y ellos echan a andar, charlan, al final Alberto se separa para enterarse de que el Esclavo ha muerto.

II

El pretendiente de Tere cumple años en festivo, va donde su padrino a buscar regalo infructuosamente, al regresar a la casa la madre le tiene la razón de que Tere lo ha buscado y que vaya donde ella, al acudir Tere le tiene una chompa de regalo que ella misma tejió, se abrazan.
Reunión entre coronel, capitán Garrido y tenientes Gamboa, Calzada, Pitaluga y Huarina; hablan de los preparativos que gestionaron para el sepelio, después entre el coronel, Garrido y Gamboa hablan de los hechos y de hipótesis, el coronel está preocupado por el alcance y repercusiones del suceso, da instrucciones, pide discreción.
El pretendiente de Tere se entera de que el amigo que le daba plata faclo Higueras es ladrón con su hermano, conoce un bar en la avenida Senz Peña, recibe propuesta de trabajar con él a lo que se rehusa; después por necesidad de tener plara para ver a Tere, el pretendiente busca al flaco Higueras en el bar de la avenida Senz Peña para pedirle plata, éste se la presta por un favor a cambio que por condición de él saldará la deuda completa, el pretendiente teme cosas malas por suceder.
Del sepelio de Ricardo Arana el Esclavo en la capilla del colegio franqueado por la formación con los uniformes de paño de los cadetes de la 1ª sección de 5º año, los compañeros del Esclavo; de la mujer (madre) sollozando, del pésame de Pitaluga y el coronel, de la formación afuera en la pista de desfile donde faltaba Alberto que había vuelto a entrar a la capilla, lo sacan acongojado y llora.

III

El Boa cuenta que la perra Malpapeada, ahora Malpateada, ha quedado chueca, y que Alberto el Poeta ha quedado trastornado por la muerte de su "yunta" Ricardo Arana el Esclavo.
Teresa espera con expectativa la visita de Alberto, Alberto uniformado se presenta en su casa, está melancólico, Teresa lo consuela cariñosamente, lo invita a almorzar, Teresa persuade a su tía, Alberto cuenta a Teresa la muerte de Arana y sucesos concernientes, almuerzan, Teresa cuenta a su tía el suceso, la tía se lamenta, Alberto al despedirse de Teresa le dice que tal vez no se vean por un tiempo y que se comuniquen con cartas.
El pretendiente de Tere, el flaco Higueras y Culepe roban una gran casa solitaria que parecía un castillo, al día siguiente él le compra historietas a Tere y caminan como de costumbre.
Con grandes dudas y temor, desde un bar, Alberto llama al teniente Gamboa diciéndole que Arana había sido asesinado y que si podía acudir a su casa, el teniente acepta.
Boa describe la irascibilidad con que se ha estado comportando el Jaguar.
Alberto acude a la residencia del teniente Gamboa, lo recibe, allí declara que el Esclavo fue asesinado y narra algunos aspectos de cómo es la vida en las cuadras, lo que pasa, y cómo era la estadía del Esclavo y el Círculo en el colegio.

IV

El Boa cuenta cuando el Rulos le cuenta cuando se llevaron al Jaguar para interrogarlo segurmente acerca del robo de los exámenes.
Al pretendiente de Tere lo van a sacar del colegio para ponerlo a trabajar pero él dice que ya sabe cómo ganar plata sin salirse del colegio, la mamá no le da importancia desde que le lleve dinero; él sigue haciendo trabajos con el flaco Higueras, el serrano Culepe y a veces otros desconocidos dependiendo del golpe.
En el calabozo de la Prevención donde pasó la noche Alberto después de acudir donde el teniente Gamboa, él habla con un cabo que está en el calabozo contiguo; después Alberto es citado a la secretaría de su año donde se entrevista con el capitán Garrido y el teniente Gamboa, al principio temeroso pero después seguro Alberto expone su teoría; el capitán Garrido lo desmiente y amedrenta, pero al final el teniente Gamboa lo respalda.
De las veces que Teresa con dos amigas iba a la playa y se encontravban con otros muchachos, de los celos y la furia del pretendiente y la tunda a los otros muchahcos; de la conversación acerca de Teresa con el flaco Higueras, y de cómo se van de putas a que el muchacho pierda la virginidad.
El teniente Gamboa solicita inspección de fusiles para la 1ª sección al suboficial Pezoa, después va a hablar abiertamente con el capitán Garrido, al final interroga a un soldado que barría la cudra acerca de licor, cigarrillos, naipes, dados, etc.

V

Boa narra la requisa de roperos sorpresa que ejecuta el teniente Gamboa, de la formación y simulación de campaña en el estadio, y de cómo los demás incriminan al Jaguar y al Boa (al Círculo).
El teniente Gamboa se dirige a los calabozos del colegio que quedan detrás del corral de las gallinas entre el estadio y el muro del colegio para hablar a solas con el Jaguar, Gamboa lo incrimina por asesinato porque alguien lo ha denunciado, el Jaguar pregunta quién fue, Gamboa se lo reserva de momento.
El pretendiente llega a la casa, su madre está desconsolada, se va a la playa y atestigua los jugueteos de Tere y sus amigas con los otros muchachos, de nuevo hay pelea, un policía (cachaco) interviene, se lo llevan un rato a la comisaría, al salir no vuelve a la casa sino que se va a vivir con el flaco Higueras.
El mayor estudia el parte entregado por el capitán Garrido elaborado por el teniente Gamboa, el mayor le hace reclamos a Gamboa, el capitán Garrido también toma sus medidas.

VI

El teniente Gamboa lee la carta de su esposa, por orden del comandante el capitán le dice que saque del calabozo al cadete Alberto Fernández y lo lleve a la oficina del coronel, charlan, acuden a la oficina del coronel, en la entrevista con el coronel se le piden pruebas de sus acusaciones al cadete Alberto Fernández Temple, no las tiene, le dan una última oportunidad de comportarse ejemplarmente para olvidar el asunto.
El pretendiente y el flaco Higueras se van a trabajar con el Rajas y luego con el Carapulca, trabajando con el Carapulca hay problemas con soplones; cuando el pretendiente vuelve a la casa materna está ocupada por otras personas al igual que la casa de Teresa, se entera de que su madre Domitila ha muerto.
El Poeta y el Jaguar hablan en el calabozo, el Jaguar le dice que busca al soplón y Alberto le dice que él lo denunció.

VII

El teniente Gamboa sale de la oficina del coronel, después en la secretaria de las cuadras de 5º año habla con el capitán Garrido, luego en la Prevención charla con el teniente de guardia, entra al calabozo, el Jaguar y el Poeta han peleado en silencio, el Poeta tiene la cara desfigurada, el teniente les ordena que se dirijan a la enfermería.
El ladrón deambula hasta que llega a Lima a la csa de su padrino quien lo recibe y atiende, le dice que él pagó el funeral de su madre y que estuvo bien, él se queda a vivir ahí y a trabajar en la bodega del padrino; cuando el padrino se va de viaje a la sierra, la esposa del padrino lo acosa y continúanuna relación amorosa incluso cuando el marido ha regresado del viaje, finalmente el ladrón le dice a la señora que quiere entrar al Colegio Militar Leoncio Prado y que le ayude a convencer al padrino para que le pague la matrícula, y lo logra.
A Alberto y al Jaguar los atienden en la enfermería, luego acuden al cuarto de Gamboa, salen, Alberto se entera de que el Jaguar no sabía que el Esclavo (Ricardo Arana) había delatado a Cava, dice que siendo así se equivicó y pide disculpas al Jaguar.

VIII

Alberto y el Jaguar regresan a la cuadra, cuando los demás cadetes llegan y los encuentran se sorprenden y les hacen preguntas, el brigadier miraflorino Arróspide acusa al Jaguar de soplón, el Jaguar inicialmente guarda serenidad, el Boa lo defiende; sin embargo la riña no puede ser contenida, Boa la empieza con Arróspide, el Jaguar interviene, los demás cadetes también se lanzan, Alberto se protege, hasta que al final el suboficial pita pidiendo formación.
El teniente Gamboa con prisa se dirige a la Prevención para enviar una carta a su mujer, de camino pasa por "La Perlita" donde Paulino lo atiende, después le entrega más partes escritos al capitán Garrido, al final como amigos el comandante Altuna lo pone confidencialmente sobreaviso de que el mayor y el coronel andan resentidos y de que se está gestando su traslado.
Se describe la ausencia del exiliado Jaguar, al final Alberto busca al Jaguar para hablar y pedirle amistad, el Jaguar rechaza.

El teniente Gamboa está por salir debido a su traslado para Puna en Juliaca y se está despidiendo de todos incluído el capitán Garrido con quien conversa y se toma un trago en la cantina de oficiales, le pide que le preste un cadete por un rato que resulta ser el Jaguar, en la Prevención recibe un telegrama con asuntos familiares y aparece el Jaguar; afuera del colegio hablan acerca de un papel escrito por el Jaguar dirigido a Gamboa donde confiesa el asesinato del Esclavo y le solicita que lo lleve ante el coronel, Gamboa le dice que ya no es oficial del colegio, que ya no tiene potestad y además lo desdeña en parte por inoportuno, desecha el papel junto con el telegrama que le informaba del nacimiento de su hija, parte.
En un caluroso e iluminado domingo de verano Alberto está listo con sobra de tiempo para el paseo a la playa con sus amigos y su chica Marcela; Alberto sale con tiempo, va por Marcela para caminar mientras Pluto los recoge en su coche a las 10:00 AM, recuerda cómo fue regresar a su barrio y reencontrase con sus amigos, cómo le presentaron a Marcela, tiene fugaces recuerdos del colegio que cada vez se van apagando más y son más distantes, Marcela le cuenta que fue a "conocer" a su antigua enamorada Teresa, pasean y charlan hasta que aparece Pluto en su auto y los recoge.
El Jaguar hablando con el flaco Higueras le cuenta cómo fue su reencuentro con Teresa, y de que se casaron.

CITAS

Confusamente, deseó perder la voluntad y la imaginación y ejecutar el plan como una máquina ciega. Pasaba días enteros abandonado a una rutina que decidía por él, empujado dulcemente a acciones que apenas notaba; ahora era distinto, se había impuesto lo de esta noche, sentía una lucidez insólita.
Un movimiento próximo e inesperado devolvió a su cuerpo, como un puñetazo, el miedo que empezaba a vencer.
El cansancio adormecía poco a poco sus miembros, embotaba sus sentidos.
Unos labios familiares rozaron su boca y él tuvo la impresión de que, en el sueño, se había convertido en un gatito.
para quebrar el silencio que los aterroriza.
Él tenía ganas de gritar para que la vida brotara en ese cuarto, donde todo parecía muerto.
pero quién se fía de un negro.
su corazón late alocado, siente pánico, su lengua y sus labios se mueven imperceptiblemente.
que lo observa con las manos en la cintura.
parece más frágil y pequeño.
ha bajado los párpados, simulando humildad, y habla muy despacio, la mente en blanco, dejando que los labios y la lengua se desenvuelvan solos y vayan armando una telaraña, un laberinto para extraviar al sapo.
En el Ejército, cadetes, hay que respetar los símbolos, qué caray.
pero dejarse arrancar el pijama de las manos en plena revista, sin chistar, eso no.
Y lo que importa en el Ejército es ser bien macho, tener unos huevos de acero.
No me gusta pelear. Mejor dicho, no sé.
Es una cuestión de estómago.
Yo me hago el loco, quiero decir el pendejo. Eso también sirve, para que no te dominen.
Se limita a encogerse de hombros.
asentía sin sonreír, como un entendido.
rampando como en campaña.
te la tiras o te tiramos como a las llamas en tu pueblo.
Esa risita tan fregada.
y el recinto del Colegio Militar Leoncio Prado se aclara como una habitación colmada de humo cuyas ventanas acaban de abrirse.
en la difusa claridad, brilla.
Enfundado en su informe verduzco, desdibujado por los últimos residuos de la neblina, el soldado parece un fantasma.
El teniente tiene los brazos en jarras.
El suboficial palidece.
Los mira con sus ojos pequeñitos y malévolos.
un hombre escuálido y cohibido.
que el espíritu militar se compone de tres elementos simples: obediencia, trabajo y valor.
Apenas cruzó la puerta, la sonrisa en los labios aún, se sintió golpeado en la espalda.
Su espíritu contemplaba embriagado el mar sin olas de Puerto Eten...
pero todo eso era un vértigo febril y de pronto él aparecía en su sección, echado en su litera, pensando.
los batientes quedaron meciéndose.
alto y escuálido.
Estaba colérico y su puño vibraba en el aire.
La mueca de su boca era forzada, como su postura insolente y la calculada lentitud con que los observaba, uno por uno.
insinuó alguien, tímidamente.
El humo ascendía, chocaba contra el techo, bajaba hasta el suelo y quedaba circulando por la habitación como un monstruo translúcido y cambiante.
Uno miraba oblicuamente a sus compañeros y el otro aguardaba, quieto como un árbol.
Además, quién hubiera dicho, era un enamorado.
Porque se reía cada vez que yo abría la boca y de una manera que no se puede olvidar. Se reía de verdad, com mucha fuerza y aplaudiendo.
Lo peor, decía, es haber servido al gobierno treinta años. No hay nada más ingrato que el gobierno.
tiene más vidas que los gatos.
hombre precavido vale por dos.
no se olviden de los suspensores, el hombre debe cuidar los huevos más que el alma.
una respiración serena, de atleta que mide científicamente su esfuerzo y cumple con tomar aire por la nariz y arrojarlo por la boca.
un ruido sordo, vital, que lo abrazaba y le daba ánimos para seguir acelerando.
Eran discusiones vibrantes, que caldeaban las mañanas húmedas de Miraflores.
A medida que se aproximaban al objetivo, se volvían más audaces.
simulando empujarse, em medio de una gran algazara.
La subida era penosa y extenuanate.
y discutían a gritos los incidentes del film.
entablaban pugilatos verbales con los muchachos de otros barrios.
Entre ambos había una lucha perpetua.
pero sin apurar el paso para demostrar que no era un cobarde que teme a las mujeres.
es usted un cataplasma.
morir antes que ceder un milímetro.
y no hagan tantos aspavientos que parecen mujeres.
Y entonces comenzaron a insultarnos para bajarnos la moral.
no ven que las lisuras se oyen en las tribunas, me la van a pagar caro.
de pelo en pecho y bolas de toro.
qué complot ni que ocho cuartos, haga algo para que esos carajos dejen de pelear.
los pechos subiendo y bajando.
porque el diablo existe.
los del Guadalupe se jalaban las mechas de cólera con nuestra barra.
el corazón me aumentaba en el pecho cuando nos reuníamos los treinta en el baño, el diablo se mete siempre en todo con sus cachos peludos.
Una sombra cruzó los ojos de su padre. Ese mismo día comenzó la guerra invisible.
Esa noche su desvelo era febril.
Acentuó su labor de espionaje; no dejaba pasar el menor gesto, acto o mirada.
reduciría al mínimo las palabras que cambiaba con ellos, pasaría más tiempo en la buhardilla, cuando en eso lo distrajo el rumor que crecía, y de pronto la habitación estaba llena de una voz tronante y de un vocabulario que nunca había oído. Tuvo miedo y dejó de pensar. Las injurias llegaban hasta él con pavorosa nitidez y, por instantes, perdida entre los gritos y los insultos masculinos, distinguía la voz de su madre, débil, suplicando.
todo se había puesto a girar suavemente.
luego la puerta se cerró y él se hundió en una vertiginosa pesadilla.
crisis de nervios.
Soñaba toda la semana con la salida, pero apenas entraba a su casa se sentía irritado: la abrumadora obsequiosidad de su madre era tan mortificante como el encierro.
y con la otra se hurgaba la nariz.
siempre sonriente y desenvuelto.
En sus ademanes y en su voz, en su expresión, había algo incontenible que pugnaba por exteriorizarse. ¿Sería feliz?
su cuerpo se estremecía con los suspiros.
Adoptó una expresión solemne y superior.
Eres muy joven. Algún día comprenderás. La vida no es tan simple.
El hombre -en el umbral de la vejez, ventrudo, de piernas zambas y ojos dormidos- sonreía, estiraba una mano hacia la cara de la muchacha en un gesto amistoso.
¡Tiene una leche!
Abrió los brazos como un recitador.
lanzó a su alrededor una vivísima mirada de ardilla.
Sintió en la suya una mano gorda y fláccida, sudada: un molusco.
condimentadas con adjetivos lujosos y gratuitos.
el cuerpo doblado en una reverencia de gran mamífero.
uno llega a la vejez a pasar angustias.
Resulta raro tratarse de usted; es cosa de viejos.
No se puede molestar a una chica que está acompañada. Es una insolencia.
su boca entreabierta y sus ojos obstinados revelaban ansiedad.
Cuando veo una película, me olvido de todo, me parece estar en otro mundo.
Él protestó con calor...
la vida efímera.
adoptando una expresión melancólica.
Sus palabras y el tono que empelaba eran fogosos.
porque él multiplicaba las anécdotas e inventaba toda clase de historias.
zambos que se cimbreaban al andar como bailando.
Estaba con las manos en los bolsillos y espiaba las caras que lo rodeaban.
su rostro lucía una media sonrisa despectiva, pero su mirada era angustiosa.
Él río sin entusiasmo y dijo una lisura.
Hubo algunas risas desganadas, corteses.
la moral hecha pedazos.
El injerto es generoso y maligno.
Se sentía débil, como si convaleciera de una enfermedad larga y penosa.
El sentía su corazón palpitando con escándalo.
Entonces comprendió: "ella está de su lado, es su cómplice". Decidió ser cauteloso, ya no podía fiarse de su madre. Estaba solo.
Él había sumido la cabeza entre los brazos: sus ojos exploraban un minúsculo universo en tinieblas. Sus oídos percibían una bulliciosa excitación: cuerpos que se estiran o recogen, risas ahogadas, el resuello frenético de otro.
Delgada, dulce, transparente, nada revelaba a primera vista su audacia.
Pero ella no facilitaba el diálogo, discutía todo, aún las afirmaciones más inocentes, nunca hablaba por gusto y sus opiniones eran cortantes.
Qué romántico.
Me voy poner a llorar de la emoción.
ni si quiera como él, que podía desdoblarse y disimular para que los otros no hiceran de él una víctima.
Estaba sorprendido: debería sentirse excitado o aterrado, algún trastorno físico debía recordarle la delación. Creía que los criminales, después de cometer un asesinato, se hundían en un vértigo y quedaban como hipnotizados. Él sólo tenía indeferencia.
"No puedo fiarme de nadie, pensó. ¿Por qué todos son mis enemigos?"
Un leve temblor en las manos: fue la única reacción de su cuerpo al empujar los batientes de la cuadra y verlo, de pie junto al ropero.
sabían que poniéndose cáscaras de plátano en la frente un par de horas, la temperatura sube a treinta y nueve grados.
Negro que ladra no muerde.
Pensó: "en el fondo, todos ellos son amigos. Se insultan y se pelean de la boca para afuera, pero en el fondo se divierten juntos. Sólo a mi me miran como a un extraño."
sólo en la última comenzó a sentir que la modorra invadía su cuerpo y surgió la tentación de soltar el lapicero y pensar en cosas vagas.
Recordó su cara pálida, su expresión obsecuente, su sonrisa beatífica y lo odió.
Dijo una lisura en voz alta...
Como en las grandes ocasiones el recinto había cambiado de atmósfera.
Oscuramente, piensa que alguien puede descubrir, de algún modo, que el infierno se ha instalado en su cuerpo y, para disimular, bosteza ruidosamente.
Ni siquiera se metían con los enanos de la décima, todo se lo deben a él, fue el único que no se dejó bautizar, dio el ejemplo, un hombre de pelo en pecho, para qué.
desdeñando la hostilidad de los varones o desafiándola.
su espíritu de clan era muy débil, casi nulo.
Había abierto los brazos teatralmente.
Los serranos son tercos, cuando se les mete algo en la cabeza ahí se les queda.
Los serranos tienen mala suerte, siempre les pasan cosas.
Los serranos son un poco brutos.
Los serranos tienen mala suerte, les ocurre lo peor.
Es una suerte no haber nacido serrano.
Fuera de la cama, entonces. Sólo las mujeres se pasan el día echadas, porque son ociosas y tienen el derecho a serlo, para eso son mujeres. Te han criado como a una mujerzuela. Pero yo te haré un hombre.
Él amaba la vida militar precisamente por lo que otros la odiaban: la disciplina, la jerarquía, las campañas.
Hizo un gesto vago.
antes de llevarse la mano a la sien.
Nunca se sabe de dónde salen los apodos.
Pero no me consta.
repuso, haciendo un ademán de impotencia.
Le puso la mano en el hombro y lo miró compasivamente.
Al comienzo me daba recelo, también un poco de susto.
-Su madre me echa la culpa -dijo el hombre, como si no lo oyera-. Las mujeres son así, injustas, no comprenden las cosas. Pero yo tengo mi conciencia tranquila. Lo metí aquí para hacer de él un ser fuerte, un hombre de provecho. Yo no soy un adivino. ¿Usted cree que se me puede culpar, así porque sí?
En vez de tomar la avenida Salaverry continuó por la avenida Brasil hasta el parque. Se sentó en una banca, hundió las manos en los bolsillos, se encogió un poco y permaneció inmóvil. Se sintió viejo; la vida era monótona, sin alicientes, una pesada carga. En las clases, sus compañeros hacían bromas apenas les daba la espalda el profesor: cambiaban morisquetas, bolitas de papel, sonrisas. Él los observaba, muy serio y desconcertado: ¿por qué no podía ser como ellos, vivir sin preocupaciones, tener amigos, parientes solícitos? Cerró los ojos y continuó así un largo rato, pensando en Chiclayo, en la tía Adelina, en la dichosa impaciencia con que aguardaba de niño la llegada del verano. Luego se incorporó y se dirigió hacia su casa, paso a paso.
Él se sintió tranquilizado; de inmediato su cara se descompuso en esa sonrisa estúpida, desarmada e impersonal que era su mejor escudo.
-Ah, las mujeres -dijo, compasivamente-. Todas son iguales. Estúpidas y sentimentales. Nunca comprenden nada. Anda, muchacho, explica a esta mujer que entrar al Colegio Militar es lo que más te conviene.
Te templarán el cuerpo y el espíritu.
es natural que todos estemos muñequeados.
habría que ser de piedra para no sentir algo en el corazón.
Pero no sólo conocen las facciones, la piel, los gestos de esos jóvenes que avanzan como ellos hacia la cita dominical del Parque Salazar; también están al tanto de su vida, de sus problemas y de sus ambiciones.
... ellos cambian de expresión: sus bocas se despliegan ligeramente, los pómulos se recogen, las pupilas chispean, se inquietan, en una media sonrisa idéntica a la que aparece en los rostros que cruzan.
Desde sus puestos de observación, los intrusos lanzan frases hacia la rueda humana, anzuelos que quedan flotando entre los bancos de muchachas.
murmuraba entre dientes.
-Bueno. En ese caso no hay nada que decir.
El amigo lo palmea dos o tres veces, en señal de solidaridad.
Y, por último, el que es gente es gente en todas partes.
si quieres saber si un tipo es serrano, míralo a los ojos, verás que no aguanta y tuerce la vista.
Se tomaba unas copas y ahí mismo empezaba a buscar un serrano, para zumbarle.
Se puso medio loco de cólera.
Creo que los chalacos son los mejores peleadores del mundo.
No conozco a nadie que maneje como él la cabeza y los pies. Casi no usa las manos para pelear, chalaca y cabezazo todo el tiempo.
temía que el hombre se lanzara a nuevas confidencias.
-El médico dice que ahora no se lo puede mover. Está muy grave, esa es la verdad, para qué engañarse. Su madre se va a volver loca. Está furiosa conmigo, sabe usted, eso es lo más injusto, por lo del viernes. Las mujeres son así, todo lo tergiversan. Si yo he sido severo con el muchacho, ha sido por su bien. Pero el viernes no pasó nada, una tontería. Y me lo saca en cara todo el tiempo.
Al pan pan y al vino vino.
Se levantaron y les hizo un saludo con la mano.
El padre caminaba con las manos a la espalda.
-Pero tal vez he sido un poco duro -prosiguió el hombre-. Por exceso de cariño. Un cariño bien entendido. Su madre y esa otra loca no pueden comprender. ¿Quiere usted un consejo? Cuando tenga hijos, póngalos lejos de la madre. No hay nada peor que las mujeres para malograr a un muchacho.
tras los crsitales se veían unos ojos grises, hundidos y desconfiados.
El capitán y los tenientes lo escuchaban sin pestañear.
Los oficiales acentuaron la expresión de gravedad y asintieron con movimientos de cabeza.
Todo sentimentalismo es criminal.
Los trapos sucios se lavan en casa.
Hacía grandes ademanes.
El capitán y el teniente se enderezaron ligeramente en sus asientos.
Sin contemplaciones ni sentimentalismos.
se quedó mirándolos, con expresión solemne.
Pero se mantenían inmóviles, los talones unidos, la mano izquierda pegada al muslo, la derecha en la culata del fusil, el cuerpo erguido.
Pero no eran las risas salvajemente sarcásticas de costumbre -aullidos verticales que ascendían, se congelaban y durante unos segundos vivían por su cuenta, emancipados de los cuerpos que los expelían-, sino unas risas muy cortas e impersonales, sin matices, defensivas.
Ahora también hablaba sin duda de los sagrados valores del espíritu, de la vida militar que hace a los hombres sanos y eficientes y de la disciplina, que es la base del orden.
El coronel tenía las manos cruzadas sobre el vientre; su labio inferior avanzado ocultaba el labio superior y sus párpados estaban entrecerrados: era la expresión reservada a los acontecimientos graves.
No lo hacía de frente porque es muy malicioso.
Daba gusto verlo defenderse cuando alguien lo batía.
Era bien fregado, sabía hacer reír a la gente.
Y era hasta respondón.
con su cara larga y mirando sabe Dios qué cosa, soñando con los ojos abiertos.
Lo ha demolido la muerte de su yunta. Los blanquiñosos son pura pinta, cara de hombre y alma de mujer, les falta temple; éste se ha quedado enfermo, es el que más ha sentido la muerte.
Llegaba como un huracán.
Tomaba para olvidarse que era pobre.
Pero éstos eran gallardos, hinchaban el pecho y estiraban el cuello, orgullosos de sus largas botas y sus cascos con melena; él, en cambio, tenía sumidos los brazos, la cabeza baja y el cuerpo como escurrido.
Estaba irreconocible, envejecido. Su rostro lucía un pliegue profundo entre las cejas, sus párpados eran dos lunas negras y los huesos de los pómulos parecían a punto de desgarrar la piel, muy pálida. Tenía la mirada extraviada y los labios exangües.
Su corazón se había puesto a latir muy rápido.
afirmó que Dios mandaba siempre las peores desgracias a las familias más buenas, nadie sabía por qué.
me sentía enfermo de miedo.
"Todo parece un cementerio, nos dijo. No hay ni gatos."
como él lo mira con indiferencia, se encoge de hombros y cierra la puerta.
Nunca le había visto esos ataques de rabia, qué manera de temblarle la cara, qué palabrotas, lo quemo todo, los mato a todos, una noche incendiaremos el edificio de los oficiales, quisiera despanzurrar al coronel y ponerme sus tripas de corbata.
Debe estar enfermo, ésas no son maneras de persona sana, enfermo de la cabeza, loco perdido.
Los árboles, altos y frondosos, proyectan en el pavimento sombras que parecen arañas.
su rostro está impasible, no revela sorpresa ni curiosidad.
apoya el mentón en la palma de la mano.
Tenía la boca abierta, parecía uno de esos idiotas que andan por la calle hablando con las moscas.
Mira que estoy con pesadumbre y necesito compañía.
todon zalamero con sus dientes de ratón.
Ella encogió los hombros.
dijo el cabo, con una mueca desdeñosa.
¿Sabe usted lo que significa acusar a alguien de asesinato?
El amor es lo peor que hay. Uno anda hecho un idiota y ya no se preocupa de sí mismo. Las cosas cambian de significado y uno es capaz de hacer las peores locuras y de fregarse para siempre en un minuto. Quiero decir los hombres. Las mujeres, no, porque son muy mañosas, sólo se enamoran cuando les conviene.
la vida se volvería muelle y agobiante.
El capitán lo miraba con el ceño fruncido.
Pero si hay algo que he aprendido en la Escuela Militar, es la importancia de la disciplina. Sin ella, todo se corrompe, se malogra. Nuestro país está como está porque no hay disciplina, ni orden.
Yo no digo echar tierra a todo.
Para hacerse hombres, hay que correr riesgos, hay que ser audaz. Eso es el Ejército, no sólo la disciplina. También es osadía, ingenio.
No preguntó nada, parecía aceptar la posibilidad de una falta.
Y algunos incluso se reían, lastima el corazón ver gente así, tipos sin alma que no saben lo que son las desgracias.
Algo así debe ser cuando uno se casa.
"Le dije, eres lo más maricón que he visto nunca; cuando las cosas se ponen feas calumnias a los compañeros."
Examinó sus facciones inmóviles, trató de recordar; inútil, el rostro se confundía con otros, aunque le era vagamente familiar, no por sus rasgos, sino por la expresión anticipadamente madura: tenía las mandíbulas apretadas, el ceño grave, el mentón hendido.
Ahora, veía en la penumbra sus ojos, no muy grandes, pero sí brillantes e incisivos. Él no se movía ni hablaba, pero en su rigidez y en su silencio había algo indócil que disgustó.
su rostro no había variado, se mostraba severo y tranquilo.
Su voz correspondía exactamente a sus ojos. Las palabras eran respetuosas y las pronunciaba despacio, articulándolas con cierta sensualidad, pero el tono dejaba entrever una secreta arrogancia.
Lo observó detenidamente, pero en vano; permanecía quieto y mudo. No parecía sorprendido ni atemorizado.
Ella chillaba más fuerte pero no se enojaba.
dijo, con una voz que la irritación llenaba de altibajos.
Lo miraba, masticando furiosamente.
dijo, imperturbable.
dijo con cólera.
Palideció de golpe.
Se abstrajo.
-Yo he pensado de inmediato: un cadete de quinto año no es un niño. En tres años de Colegio Militar, ha tenido tiempo de sobra para hacerse hombre. Y un hombre, un ser racional, para acusar a alguien de asesino, debe tener pruebas terminantes, irrefutables. Salvo que haya perdido el juicio. O que sea un ignorante en materias jurídicas. Un ignorante que no sabe lo que es un falso testimonio, que no sabe que las calumnias son figuras delictivas descritas por los códigos y penadas por la ley. He leído el parte atentamente, como lo exigía este asunto. Y por desdicha, cadete, las pruebas no aparecen por ningún lado. Entonces he pensado: el cadete es una persona prudente, ha tomado sus precauciones, sólo quiere mostrar las pruebas en última instancia, a mí en persona, para que yo las exhiba ante el Consejo. Muy bien, cadete, por eso lo he mandado llamar. Déme usted esas pruebas.
por lo demás el humor revela juventud, es muy saludable.
Y no vuelva a buscarle tres pies al gato sabiendo que tiene cuatro.
Me dió cólera y me le fui encima.
"no se desesperen, maldita sea".
No sé qué les puede importar mi vida.
Lo fregabas y todos lo fregaban por imitarte.
preguntó, a boca de jarro, con una expresión de triunfo.
-Usted tiene un empacho de reglamentos -dijo-. No lo critico, pero en la vida hay que ser práctico. A veces, es preferible olvidarse del reglamento y valerse sólo del sentido común.
Fumaba tabaco negro importado, que al arder despedía un humo denso y fétido.
Todos creemos en el reglamento -dijo-. Pero hay que saber interpretarlo. Los militares debemos ser, ante todo, realistas, tenemos que actuar de acuerdo con las circunstancias. No hay que forzar las cosas para que coincidan con las leyes, sino al revés, adaptar las leyes a las cosas. -La mano revoloteó en el aire, inspirada:- Si no, la vida sería imposible. La terquedad es un mal aliado.
sus puños y sus pies apenas lo tocaban, forcejeaba con él y al momento debía soltar el cuerpo duro y asombrosamente huidizo que atacaba y retrocedía, siempre presente e inasible, próximo y ausente.
Sólo los enfermos mentales se ríen solos.
Con un ademán brusco, les señaló.
Parecía cansado y harto: su mirada era opaca y su voz resignada.
Hablaba con lentitud, buscando fórmulas impersonales y economizando palabras.
-Tarde para lamentarse -dijo-. Pero procura no ser soplón nunca más. Es lo más bajo que hay.
Hasta algunas semanas atrás, nunca había recordado el pasado, ocupaba su tiempo libre en hacer planes para el futuro. Sus objetivos se habían realizado hasta ahora.
"El orden y la disciplina consituyen la justicia -recitó, con una sonrisa ácida en los labios-, y son los instrumentos indispensables de una vida colectiva racional. El orden y la disciplina se obtienen adecuando la realidad a las leyes."
Imponer la disciplina había sido hasta ahora, tan fácil como obedecerla.
¿Cómo confiar ciegamente en la superioridad después de lo ocurrido?
Hizo un gesto de hastío.
"Lo que me haría bien esta noche, pensó, es una buena borrachera."
Caminaba con las manos cogidas a la espalda.
Sin embargo, todavía rengueba ligeramente.
Era la hora ambigua, indecisa, en que la tarde y la noche se equilibran y como neutralizan.
Estaba de pie, se arreglaba la correa; no había nadie más.
Rió con su risa despectiva y sin alegría que no había vuelto a oír desde antes de todo lo ocurrido.
-Yo les enseñé a ser hombres a todos ésos -dijo el Jaguar-. ¿Crees que me importan? Por mí, pueden irse a la mierda todos. No me interesa lo que piensen. Y tú tampoco. Lárgate.
"Quien con mocosos se acuesta..."
quedó inmóvil, con la mirada perdida.
dijo, con voz suave y dócil.
No soy ningún bruto -dijo, e hizo un ademán desdeñoso-. Pero yo no le tengo miedo a nadie, mi teniente, sépalo usted, ni al coronel ni a nadie.
Eran como mi familia, por eso será que ahora me dan más asco todavía.
-No es que me importe su opinión -dijo sordamente-. Es la ingratitud lo que me enferma, nada más.
vaciló un momento e hizo, como para sí, un signo de asentimiento.
Mi padre conoce la vida.
Pero qué importaba el pasado, la mañana desplegaba ahora a su alrededor una realidad luminosa y protectora, los malos recuerdos eran de nieve, el amarillento calor los derretía.
su espíritu se contraía como una mimosa al contacto de la piel humana.
Se sentía dueño de sí mismo.
Ahora estaba siempre seguro y podía bromear sin descanso, mirar a los otros de igual a igual y, a veces, con cierta superioridad.
Se llevó un dedo a la sien. ¿Qué sugería?
tenía una sonrisa encantadoramente maliciosa y una nariz pequeñita e impertinente.
bajo su mano, latía una piel suave, tibia, que debía ser tocada con prudencia, como si fuera a deshacerse.
Seguía intranquilo.
"Bien, dijo el coronel. Muy bien. La Patria necesita técnicos. Hace usted bien, es una profesión útil. Le deseo mucha suerte."
Caminaba de vuelta a su casa, ensimismado, aturdido.
Nadie se sorprendía al verlo allí de nuevo, convertido en un adulto; todos habían crecido, hombres y mujeres parecían más instalados en el mundo.
Su habitación estaba a oscuras; de espaldas en el lecho, soñaba sin cerrar los ojos. Habían bastado apenas unos segundos para que el mundo que abandonó le abriera sus puertas y lo recibiera otra vez en su seno sin tomarle cuentas, como si el lugar que ocupaba entre ellos le hubiera sido celosamente guardado durante esos tres años. Había recuperado su porvenir.
Él sonreía, para mostrar que nada había de sorprendente en ese encuentro, que se trataba de un episodio banal, chato y sin misterio. Pero esa sonrisa le costaba un esfuerzo muy grande y en su vientre había brotado, como esos hongos de silueta blanca y cresta amarilla que nacen repentinamente en las maderas húmedas, un malestar insólito, que invadía ahora sus piernas, ansiosas de dar un paso atrás, adelante o a los lados, sus manos que querían zambullirse en los bolsillos o tocar su propia cara; y, extrañamente, su corazón albergaba un miedo animal, como si esos impulsos, al convertirse en actos, fueran a desencadenar una catástrofe.
pero todo su cuerpo se serenó y desaparecieron el malestar, la agitación de sus miembros, y el miedo.
Nuevamente, tenía la copa de pisco en la mano y la movía con inteligencia.
"me gusta ver cómo se suicida la gente. Cásese no más, y el próximo lunes está usted aquí, a las ocho en punto."
Pasé un mal rato.
-Yo no podría vivir con una vieja -dijo el uno, súbitamente desinteresado de la historia del otro-. Cuando era chico vivía con mi abuela, que estaba loca. Se pasaba el día hablando sola y persiguiendo unas gallinas que no existían. Me asustaba. Vez que veo una vieja me acuerdo de mi abuela. No podría vivir con una vieja, todas son un poco locas.
Pero no podremos vernos con frecuencia; tú te has vuelto un hombre serio y yo no me junto con hombres serios.
Porque la cabra tira al monte, como decían.
No tengo ni un cobre.

TÉRMINOS

cadete, hediondez, tibio, desmesurado, litera, serenidad, sereno, murmullo, bulla, bullicio,batiente, ansiedad, timba, sumergido, sumergir, eludiendo, eludir, vicuña, encolerizar,impávido, mimeógrafo, dormitar, estribillo, embotar, lecho, hostil, soledad, disipar, fulgor, baranda, oscurecer, frágil, patético, escruta, tarado, yergue, erguir, prócer, epónimo,sosegado, sosegar, febril, desvariar, umbral, despreciar, porfiado, porfiar, fregado, fregar,cojudo, apacible, asentir, frenético, frenesí, erigir, insolente, insolencia, agazapado, agazapar, estrépito, rampar, rampante, manducar, pichula, pánfilo, constipar, respingado,respingar, zafar, caracho, desdibujado, percibir, conmoción, blasfemia, apaciguar, audaz, audacia, adusto, palidecer, cristina, ñizca, pizca, melifluo, cadencia, garúa, biombo, escuálido, cohibido, cohibir, guargüero, tapia, chacra, zurcido, zurcir, dócil, docilidad,andanada, fundillo, pelambre, arcada, colérico, pómulo, mentón, mueca, insinuar,insinuación, enervado, enervar, represalia, ensañamiento, avidez, solícito, júbilo, angustia, casual, escarapela, lívido, ánimo, chancón, empollón, redil, aturdir, aturdido, euforia,eufórico, geranios, estremecer, anhelar, anhelante, fervor, polémica, algazara, calado, extenuante, pugilato, perpetuo, ultraje, cataplasma, carcoso, calistenia, zuza, cogote,aspaviento, lisura, implacable, buhardilla, abatimiento, abatir, atormentar, delatar, balbucear, vociferar, vertiginoso, cómodo, escrúpulo, beato, beatífico, hurgar, raquítico, vehemencia, aséptico, asepsia, séptico, acicalado, acicalar, resignación, resignar, desenvuelto, ademanes, ademán, absurdo, solemne, sollozo, clamar, ventrudo, zambo, esbelto, cholifacio, chisporrotear, simpático, locuaz, locuacidad, obstinado, perpetuo, penumbra, rencor, cínico, cinismo, impúdico, procaz, efímero, melancólico, fogoso, despectivo, aludido, aludir, ralo, moral, maligno, ambular, jovial, superfluo, cauteloso, cautela, paulatino, sometimiento, someter, tumefacto, tumefacción, estruendo, exacerbado, exacerbar, liviano, gracioso, acezar, jadear, tísico, lánguido, altanero, altanería, soberbio, soberbia, altivo, resuello, lóbrego, siniestro, indiferencia, indiferente, laxo, modorra, algarabía, fragor, adular, turbación, turbar, obsecuente,sibilino, sibila, pugna, pugnar, mustio, calato, anacrónico, huachafa, agobiado,agobiante, agobiar, anegado, anegar, desdeñar, desdén, gesto, treta, energúmeno, letargo, crisma, malea, malear, eriácia (159), escindido, escindir, acequia, acequiar, sinuoso, mandil, vermuth, recelo, recelar, zozobra, abrumado, abrumar, aliciente, rosquetón, sonso, tirria, zumbara, zumbar, macetado, macetar, fatiga, fatigar, mezquino,acentuar, enderezar, lúgubre, exasperar, contrito, contrición, emancipado, emancipar, lacónico, fofo, inmarcesible, chueco, torcido, estevado, esteva, malicioso, galantería, tortuoso, celosía, gallardo, gallardía, exangüe, desconcertado, desconcertar, pasmo,pasmar, perplejo, pascana, posada, jarana, matoneo, matonear, mollera, parapeto,impasible, impasibilidad, deliberado, zape, puchero, pesadumbre, meloso, melosería, zalamero, zalamería, chivato, soplón, cachimba, pipa, tunda, tundir, muelle, vozarrón, fusilero, engrío, engreír, engreído, severo, severidad, tranquilo, tranquilidad, careo, carear, sorna, abjstrajo, abstraer, grandilocuente, grandilocuencia, prudente, cautivante, cautivar, flagrante, flagrancia, flagra, beligerante, beligerancia, fumatélico, bulin, chingana, yunta, chaveta, cuete, empacho, empachar, inasible, injurioso, injuriar, injuria, enojoso, enojo, paroxismo, estentóreo, pérfido, mordacidad, mordaz, atolondrado, ascua, absceso, ígneo, árido, sensato, hastío, hastiar, incumbe, incumbir,renguear, renquear, renco, enclenque, exiliado, exilio, exiliar, ínfula, huraño, asediar, exaltado, exaltar, efusivo, efusividad, ensimismado, ensimismarse, banal, chato,moscardón, insólito, chistar, obsequiosidad, obsequioso, desdoblarse, desdoblar, disimular, disimulo, delación, estratagema, morisqueta, tergiversar, deplorar, despanzurrar, hendido, hendir, hender, precaución, monótono, monotonía, invadir, zambullir, catástrofe.

REFERENCIAS

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