Sunday, May 16, 2010

El nefasto cóctel.

La adrenalina debería estar fluyendo por el torrente de ambos, es poco común que haya alguien tomando un cóctel en la única sala de velación, sin embargo hay otra gente en conversación acalorada en el restaurante y los empleados estan distraídos en la recepción, así que lo único que le preocupa es la combinación.

Puede que tratándose de una funeraria no sea el lugar más adecuado para pensarlo, ya que hace falta todo el ambiente para la predisposición académica, pero se palpa su bajo vientre; sabe que en algún lugar debajo de la piel y la carne, son unas glándulas situadas en la parte superior de sus riñones las que estan segregando esa sustancia, lo que le brinda el éxtasis del momento; es una hormona capaz de acelerar los latidos del corazón y producir otra serie de efectos en su organismo, pero después de todo una funeraria no está tan lejos de un anfiteatro médico, además las emociones de los últimos días deben justificar un desgaste físico en la mayoría de personas vinculadas con la tragedia; así que sin escrúpulos se estudia a si mismo, hace un auto-examen de su organismo y sus signos vitales de manera disimulada, sabe que está al lado de ella y que a su alrededor hay más gente, así que lo hace sigilosamente, se da cuenta de que sus pulsaciones son altas, tiene la presión arterial por encima de lo normal, la exitación general de su organismo ha empezado a manifestarse como sudor, un sudor frío, por fortuna sabe controlar sus nervios así que no teme por su reaccionar espontáneo o ante alguna situación inesperada, y justo en ese momento, al recordar eso, toma otro trago.

Observa y lo tranquiliza ver que el resto de personas están sumidos en sus propios achaques por los días que están pasando, sumidas en sus conversaciones justificando los hechos, o sumidas en el último recurso que queda a los mortales, la oración; la actividad en la cafetería contínua y los empleados siguen entregados a su tertulia en la recepción.

Es un velorio concurrido, aunque es el único de la funeraria; observa hacia el frente y ve las dos sillas donde dos ancianas están sentadas conversando y tratando de mantener el ánimo, mira el piso y ve que está formado por baldosas de color vino tinto con un recuadro blanco que reflejan una luz del techo, y es cuando se fija en el techo con el cieloraso que tiene las lámparas de luz blanca detrás del vidrio corrugado que se le desenfoca la imágen; por un momento trata de justificarlo pensando que simplemente fue la intensidad de la luz lo que encandiló sus ojos, pero es el primer signo inequívoco de que las cosas no andan bien; mecánicamente se lleva otro trago, mientras trata de enfocar de nuevo a las viejecitas del frente tratando de pasar desapercibido y tratando de concentrarse en la entrada, recordando ese insípido adorno colgado en la pared del frente de la puerta, que no puede ver desde su posición, con apariencia de losa de roca para el cual incluso el cuadro barato de la pared adyacente a esa es mejor adorno, y mientras esto sucede recobra un poco el sentido, pero ahora lo sabe, y sabe que la combinación acabará con él.

Asume su posición y bebe un trago más con ella, ambos deberían ahora tener la adrenalina surcando sus torrentes, pero sólo puede sentir su propio cuerpo y sabe que ella en este momento no puede sentir nada, y mientras la observa con ansias de tocarla y palpar también sus glándulas suprarrenales llega el vacío que lo destruye, recuerda la depresión, el abatimiento, el decaimiento; pudo haber actuado con más prisa, haber acudido a asistencia profesional más pronto, pero le pareció que así las cosas serían mas naturales.

Después del accidente había estado velándola varios días en la cama del hospital hasta que una noche en que pudieron hablar llegaron al acuerdo de dejar las cosas así, distanciarse y no hacerse daño mutuamente, y fue ese shock el que produjo su última exhalación, y su shock personal no le permitió reaccionar con prontitud y ella falleció.

Ahora está ahí con ella, viéndola en el ferétro, su único amor, temiendo la combinación, y viendo ese vacío que se aproxima al recordar la tristeza que los embargó a ambos aquella noche funesta en el hospital. Él sabe que no podrá seguir así, que las cosas ya no serán como antes, que perdieron lo que pudieron haber construido juntos, así que toma otro trago.

Ambos deberían tener la adrenalina alta, pero ella ya no puede, ella simplemente esta ahí tendida y él está a punto de desplomarse, al recordar todo lo que vivieron juntos ese vacío infernal llega a carcomerselo y siente un golpe en el pecho, un oscurecimiento estremecedor se apodera de él, es la tristeza de lo que está viviendo, se da cuenta que tratar de sobrellevar esa situación tomándose un cóctel de forma indebida no ayudará, y se da cuenta de lo destructiva que ha sido la combinación; la euforia, el desasosiego, el desamor, un ambiente funerario, el éxtasis y la emoción se han presentado juntos repentinamente ante él, observa a su alrededor, las formas se desdibujan, los sonidos parecen más altos, la luz se apaga y de repente se desvanece, cae al suelo, y el único recuerdo que le queda de la noche es la mancha en el piso de baldosas vino tinto que reflejan una luz proviniene de un cenit inalcanzable de un nefasto cóctel derramado.

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