Sunday, May 30, 2010

El hoyo iridiscente.

Viéndolo de lejos sólo parecía una perturbación en el paisaje producido por algún extraño reflejo de luz, si no tuviera su cabeza ocupada con la preparación de la fogata y las cuentas de las provisiones que necesitarían este sería el momento perfecto para remembrar aquellas historias fantásticas acerca de duendes y ollas de oro, ya que aquella perturbación parecía tan colorida que de repente un arco iris podría emerger de esa forma distante.

No podrá atraerme, no podrá llevarme, no podrá arrancarme. Sin embargo su mente estaba volátil, esa perturbación resultaba extraña y su mente intentaba explicarla. Se puso en pie dejando el campamento y se acerco a la orilla del lago para ver más de cerca la perturbación. Ahora su mente extasiada fraguaba diversas explicaciones y teorías para lo que estaba apreciando.

No me atraerá, no me llevará, no me arrancará. El peñasco no era muy alto, y la caverna debajo de él tampoco parecía muy profunda, pero había mucha agitación en aquel lugar de la reserva, la neblina estaba bajando y era probable que en un rato no hubiera mucha visibilidad, sin embargo la iridiscencia se mantenía ahí, arroyo arriba había un claro por el que entraban los rayos de luz directamente sobre el río, lo que hacía un poco mas colorido aquél lugar; el ambiente era literalmente fantástico, la iridiscencia, la neblina y el claro vórtice formado en el arroyo. Al ver tan clara diferencia en el arroyo sintio un poco de nostalgia al pensar en la divisibilidad de la naturaleza, en las partes separadas de las que está compuesto el mundo, pero sabía que esto no era así, sabía que el mundo era un organismo viviente único e integral, una matriz orgánica de vida reverberante de energía inseparable; esto necesitaba comprobarlo, necesitaba ver de cerca el vórtice y comprobar con sus propios ojos cómo sería imposible diferenciar donde terminaba el arroyo y dónde empezaba el vórtice.

Se puso en marcha, caminó un poco ladera arriba hasta encontrarse cerca de la desembocadura del arroyo en el lago. No me atrerá, no me llevará, no me arrancará. Él sabia lo que iba a encontrar, sabía la belleza sútil que debía apreciar en un vórtice, sabía que debía apreciar la unidad de la naturaleza, la indivisibilidad del universo, sabía que no podría distinguir el límite entre el arroyo y el vórtice, y lo estuvo apreciando por un buen rato, embotado por sus propios pensamientos, recordando aquellas excentrícas teóricas físicas enfrentadas entre sí para entender la dinámica del universo, embotado en sus lecciones escolares acerca de partículas y partes divisibles del universo y en otras teorías que buscaban entender de manera holística el universo.

Al acercarse a la orilla del rio, vio algo singular, una extraña perturbación en el arroyo; en el fondo había una pequeña grieta, con algo incrustado en ella, un objeto brillante, semi-circular y dorado, una clase de talisman partido a la mitad. Se agachó en la orilla y trató de observar de cerca el talisman dorado, tenía un grabado, parecía una reliquia antigua, de repente en ese momento un vacío súbito de miedo puro e indescriptible lo rodeó como un tornado de sudor frío por toda su humanidad y entonces se vió recordando aquellas leyendas paganas de tribus salvajes extintas hace decenios que habían habitado la inhóspita reserva; además sabia que había visto una reliquia de este tipo antes. Y sucedió que el paisaje de ensueño que había pasado a convertirse en un lugar espectral, ahora pasaba a ser el lugar más terrorífico de la tierra cuando vio la extraña forma que venía arroyo arriba.

Al principio pensó que era una masa compacta de barro negro, pero cuando se acercó vió que tenía una consistencia más densa y que no era sólo negra sino que tenía una cierta tonalidad roja, era un cuerpo de un ser que antes había estado vivo y ahora era una masa informe de color negro y rojo porque estaba degollado y calcinado, y luego el mundo se vino abajo cuando vio incrustada en la carne el medallón. Era indudable, era el medallón del abuelo de Denisse, la reliquia de la familia, incrustado en un cadáver calcinado de venado, era la mitad de medallón que habían guardado durante años como reliquia, la mitad que completaba el de la grieta en la rivera; y sintió un sudor frío, un vacío, un desasosiego incomparable, se dio cuenta de su entorno, de cómo estaba viciado el ambiente y comprendió que tenía miedo, y se preguntó dónde estaría en estos momentos el resto de la expedición, porqué no se habían comunicado, ya había pasado bastante tiempo. Se acercó y trato de agarrar el medallón que reposaba en el cadáver pero no lo logró. El vórtice seguía allí, impasible, amenazante, misterioso, y pensaba, no me atraerá, no me llevará, no me arrancará, y no lo hizo, fue el miedo el que se apoderó de él, un vació tangible que le subía por el pecho, el vórtice vino a él representado como un vacío desgarrador en su alma, el sudor frió recorrió una vez más su cuerpo, el vórtice se había hecho presente entre su pecho y su espalda, era el miedo carcomiéndolo por dentro, se recostó y vio fulgores, y recordó el brillo del talismán y en medio de su fiebre lo único que quedó fue el iris resplandeciente del ojo tallado que formaban las dos mitades del talismán y su mente delirante arrastrada por un vórtice de estupor y miedo hacia negruras insondables.

Monday, May 17, 2010

Sinópsis "As Good as it Gets".

En un edificio de apartamentos de Manhattan, Melvin Udall, un escritor maníaco y obsesivo; interpretado por un Jack Nicholson impecable, forcejea con un pequeño can llamado Verdell; haciendo gala de su carácter obsesivo y uraño logra desahacerse de la mascota arrojándola por el ducto de desperdicios.

Sunday, May 16, 2010

El nefasto cóctel.

La adrenalina debería estar fluyendo por el torrente de ambos, es poco común que haya alguien tomando un cóctel en la única sala de velación, sin embargo hay otra gente en conversación acalorada en el restaurante y los empleados estan distraídos en la recepción, así que lo único que le preocupa es la combinación.

Puede que tratándose de una funeraria no sea el lugar más adecuado para pensarlo, ya que hace falta todo el ambiente para la predisposición académica, pero se palpa su bajo vientre; sabe que en algún lugar debajo de la piel y la carne, son unas glándulas situadas en la parte superior de sus riñones las que estan segregando esa sustancia, lo que le brinda el éxtasis del momento; es una hormona capaz de acelerar los latidos del corazón y producir otra serie de efectos en su organismo, pero después de todo una funeraria no está tan lejos de un anfiteatro médico, además las emociones de los últimos días deben justificar un desgaste físico en la mayoría de personas vinculadas con la tragedia; así que sin escrúpulos se estudia a si mismo, hace un auto-examen de su organismo y sus signos vitales de manera disimulada, sabe que está al lado de ella y que a su alrededor hay más gente, así que lo hace sigilosamente, se da cuenta de que sus pulsaciones son altas, tiene la presión arterial por encima de lo normal, la exitación general de su organismo ha empezado a manifestarse como sudor, un sudor frío, por fortuna sabe controlar sus nervios así que no teme por su reaccionar espontáneo o ante alguna situación inesperada, y justo en ese momento, al recordar eso, toma otro trago.

Observa y lo tranquiliza ver que el resto de personas están sumidos en sus propios achaques por los días que están pasando, sumidas en sus conversaciones justificando los hechos, o sumidas en el último recurso que queda a los mortales, la oración; la actividad en la cafetería contínua y los empleados siguen entregados a su tertulia en la recepción.

Es un velorio concurrido, aunque es el único de la funeraria; observa hacia el frente y ve las dos sillas donde dos ancianas están sentadas conversando y tratando de mantener el ánimo, mira el piso y ve que está formado por baldosas de color vino tinto con un recuadro blanco que reflejan una luz del techo, y es cuando se fija en el techo con el cieloraso que tiene las lámparas de luz blanca detrás del vidrio corrugado que se le desenfoca la imágen; por un momento trata de justificarlo pensando que simplemente fue la intensidad de la luz lo que encandiló sus ojos, pero es el primer signo inequívoco de que las cosas no andan bien; mecánicamente se lleva otro trago, mientras trata de enfocar de nuevo a las viejecitas del frente tratando de pasar desapercibido y tratando de concentrarse en la entrada, recordando ese insípido adorno colgado en la pared del frente de la puerta, que no puede ver desde su posición, con apariencia de losa de roca para el cual incluso el cuadro barato de la pared adyacente a esa es mejor adorno, y mientras esto sucede recobra un poco el sentido, pero ahora lo sabe, y sabe que la combinación acabará con él.

Asume su posición y bebe un trago más con ella, ambos deberían ahora tener la adrenalina surcando sus torrentes, pero sólo puede sentir su propio cuerpo y sabe que ella en este momento no puede sentir nada, y mientras la observa con ansias de tocarla y palpar también sus glándulas suprarrenales llega el vacío que lo destruye, recuerda la depresión, el abatimiento, el decaimiento; pudo haber actuado con más prisa, haber acudido a asistencia profesional más pronto, pero le pareció que así las cosas serían mas naturales.

Después del accidente había estado velándola varios días en la cama del hospital hasta que una noche en que pudieron hablar llegaron al acuerdo de dejar las cosas así, distanciarse y no hacerse daño mutuamente, y fue ese shock el que produjo su última exhalación, y su shock personal no le permitió reaccionar con prontitud y ella falleció.

Ahora está ahí con ella, viéndola en el ferétro, su único amor, temiendo la combinación, y viendo ese vacío que se aproxima al recordar la tristeza que los embargó a ambos aquella noche funesta en el hospital. Él sabe que no podrá seguir así, que las cosas ya no serán como antes, que perdieron lo que pudieron haber construido juntos, así que toma otro trago.

Ambos deberían tener la adrenalina alta, pero ella ya no puede, ella simplemente esta ahí tendida y él está a punto de desplomarse, al recordar todo lo que vivieron juntos ese vacío infernal llega a carcomerselo y siente un golpe en el pecho, un oscurecimiento estremecedor se apodera de él, es la tristeza de lo que está viviendo, se da cuenta que tratar de sobrellevar esa situación tomándose un cóctel de forma indebida no ayudará, y se da cuenta de lo destructiva que ha sido la combinación; la euforia, el desasosiego, el desamor, un ambiente funerario, el éxtasis y la emoción se han presentado juntos repentinamente ante él, observa a su alrededor, las formas se desdibujan, los sonidos parecen más altos, la luz se apaga y de repente se desvanece, cae al suelo, y el único recuerdo que le queda de la noche es la mancha en el piso de baldosas vino tinto que reflejan una luz proviniene de un cenit inalcanzable de un nefasto cóctel derramado.